Castillo de Cortegana
Aquí estoy , mi castillo, cuando lentamente el paso inexorable del tiempo nos va marcando el recorrido de una nueva estación climatológica. Es entonces, cuando rebobino la cassette de mi vida, y te recuerdo con una tierna mirada en la pubertad, para soñar y reír sin parar, teniendo la diversidad de posibilidades que buscábamos, en aquellas tardes estivales, en la que deja el deseo de querer y no poder, cuando alumbrado por el cielo despejado de la Sierra de Huelva, vemos los caprichos que nos dejaba la Madre Naturaleza. Aquí estoy, ¡ mi Castillo ¡, observando una vez más, tus escudos heráldicos, tus torretas y tus murallas, esas que rodean siglos de historias, tal vez, para hallar una Edad Media que sin razón, nos busca ahora, encontrando la leyenda de generaciones, que, han dejado una huella. Hoy, quiero hablarte con mi alma abierta, de par en par, en el instante en que se me amontonan los buenos recuerdos que aquí, entre tus entrañas, he dejado, con familiares y amigos, para revivirlos en sueños, a través, de artículos periodísticos o de reportajes radiofónicos, pero dejando, que, lo mejor de tu esencia , de tu olor a historia o de tu sabor a comprender lo que este articulista siente al verte. Versos, canciones, piropos, realeza, belleza y melancolía, envuelta en tu maravillosa existencia, durante cientos de años, para dejar que te proclamen como la esencia estelar de este pueblo serrano.
Aquí estoy , Castillo de Cortegana, realzando tus virtudes, en el instante en que un ligero susurro del viento, se convierte en la señal, para hacer una ligera parada en mi escritura, con el objeto de contemplar la belleza mariana de mi Patrona la “Virgen de la Piedad”. ¡ Castillo mío ¡ tu has sido también, escenario y testigo mudo de mis locas aventuras juveniles que “bailaban “ entre las primeras borracheras y los primeros juegos amorosos. Me apetece ahora, buscar entre tus salones las íntimas conversaciones con el pasado más reciente, convertidas en monólogos, que tan solo yo, llegaba a comprender. Sigo buscando en mi memoria los recuerdos de antaño, cuando va cayendo la tarde para contemplar , Castillo mío , entre las pequeñas nubes, un regazo de paz, entre el cielo y el trocito de tierra medieval, que tu nos ofreces cada día, para hacer más grande la historia de este pueblo y mirar con alegría la plenitud de la felicidad, haciendo que mi alma se transforme, de la noche a la mañana, en un pequeño e ingenuo “duendecillo”. Tu, mi Castillo, dibujas una gran pincelada de amores perdidos para encontrar trovadores convertidos en actuales cantautores, que plasman, en un poema hecho canción, la inspiración de mis recuerdos y sus recuerdos y concluida su actuación recibir el más bello aplauso de la historia. Castillo de Cortegana , en tus salas, aún parece oírse la voz de los soldados en el cambio de la guardia y el laúd del trovador que canta aquello de, “ a beber, el vino generoso que nos hace fuerte y animoso”.
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