miércoles, 23 de septiembre de 2009

LA SOMBRA DE CARLOS GARDEL


Una extraña sensación de melancolía, comenzó a invadir mi cuerpo cuando me coloque delante de mi ordenador ( pantalla blanca ) disputa esta, a recibir teclado a teclado, las palabras que romperían su virginidad con la suavidad y la dulzura de hermosos adjetivos que le llevarían hasta el éxtasis articulístico , en esta ocasión, hasta el éxtasis de la memoria y el jugueteo con la imaginación. Y me hallaba, en plena siesta estival, vaso de coca-cola en la mesa de mi escritorio, cuando me vino a la memoria un hermoso articulo que lei en los libros, que mi particular biblioteca posee, sobre la plaza central de Buenos Aires , escrito por, Arturo Pérez Reverte y quise jugar con la imaginación ,sonaba en mi equipo musical unas hermosas baladas de Andrea Bocelli, para viajar hasta dicha ciudad, y encontrar en un rincón de su plaza principal, la sombra del genial e inigualable Carlos Gardel,. Imagine a Gardel, sentado en una de las butacas del inolvidable “ Cinema Paradise “ , mientras, en la pantalla, se proyectaba una de esas películas que allá por los años 50, podían estar prohibidas, para recibir en plena invasión cinematográfica un aplauso cuando Gardel abandonara la sala tras la conclusión de la proyección.La sombra de Carlos Gardel, me llevo hasta la ciudad de Buenos Aires y solo a través de la lectura del articulo citado previamente, sino también a través de un baile en forma de tango que delante de mis ojos, protagonizan dos parejas. Una de ellas de mayor edad probablemente, auténticos profesores de un baile, que hizo popular la voz del mas famoso cantanted e tangos del mundo, Gardel, ambos, se movían al unísono. Con una compenetración absolutamente perfecta, mientras que una especie de organillo dejaba sonar la voz de Carlos Gardel, para invitarnos a pasear por el “ Caminito” que entonces, nos ayudaba a desahogar el desamor doloroso que habíamos podido sufrir. Mis ojos quedaron clavados en esa pareja que tendría muchas historias que contar. Apenas, a unos metros de ellos la otra pareja de plena juventud, sabedores que serian los encargados, eran los elegidos, de dejar la enseñanza y la herencia del baile popular argentino.Seguí tecleando mi ordenador , cuando imagine la sombra de Carlos Gardel, dejando que su voz nos contara la historia de la joven “ Violetera” , para entregar hermosas violetas a caballeros, que querían conquistar con ellas, a la mujer amada. La voz del maestro dejaba huellas y huellas en cada país de la vieja Europa, para sembrar en España una profundo amor por la llamada madre patria. Al igual que Pérez Reverte , yo, deseaba seguir sentado en aquélla plaza argentina, para descubrir la sombra de Gardel, en el niño que jugueteaba entre las mesas, para escuchar de fondo, una sentencia amorosa que sirvió como titulo de otro hermoso tango “ El día que me quieras “, para descubrir, en ese mismo día, si no lo habíamos hecho con anterioridad, la profunda parcela romántica de Carlos Gardel y dejar que en el grito de “ Volver “, su particular “ Cambalache “ y recordar aquello de que “ el mundo, es y sera una porquería”. Imagine que consumía mi café, mientras veía como la sombra de Carlos Gardel se hiba desvaneciendo. Por un instante quise abrazar al mas grande maestro de tangos, pero me di cuanta, que solo era una sombra. Una sombra de recuerdos agradables. Una sombra de canciones y piropos a la mujer deseada. Una sombra hecha mito. Era, simplemente, la sombra de Carlos Gardel.



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